Desarrollo Cultura de la Paz, desde la Carta de la
Paz
en
la PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA MADRE Y MAESTRA,
de
Santo Domingo, Agosto-diciembre, 2012
Testimonio de
universitarios después de recibir esta materia:
Altagracia León
Actualmente soy más propensa a limar cualquier percance, me siento más compañera de los otros y solidaria.
En mi casa trato de estar más con mi hijo, enseñarle desde el ejemplo y hablarle pensando más en la forma de hacerlo… Trato de que tenga su propia libertad y no manipular sus elecciones, aceptar su gusto que son diferentes a los míos.
Ana Martínez
Cursando esta materia pude comprender que este señor no tenía nada que ver con los hechos que realizó Trujillo en el siglo pasado porque él no existía, así como yo tampoco. Pude ir eliminando mis prejuicios y ese rencor; además lo fui tratando como persona y al conocerlo más de cerca, me di cuenta que es una excelente persona, inteligente.
Hablé con mi madre de este tema y le
expliqué que había cambiado mi forma de pensar y le recomendé que ella también
lo hiciera, pues sin resentimientos en su corazón era más fácil paz consigo
misma y generar paz alrededor.
Este tema lo vimos en el punto 1 de la Carta de la Paz, dirigida a la ONU y con
esta situación lo pude poner en práctica. De igual manera entiendo que todo los seres humanos
debemos de tenerlo en cuenta puesto que muchas personas viven con grandes rencores
hacia otros seres humanos por situaciones del pasado ocurridas cuando no habíamos
nacido. Nosotros personalmente, no tenemos nada que ver con hechos que ocurrieron
en el pasado. Si todas las persona aplicaran esto en su vida obtuviéramos una sociedad
con más armonía y paz.
José Cuadrado
Una experiencia personal es en relación
a un sobrinito. Estaba en casa de mi hermano un día por la tarde y observo que
mi sobrinito quiere hacer algo y mi cuñada lo amenaza con un castigo y de malas
formas. El niño se asusta y, por temor no hace lo que se proponía. En este
momento recordé los conceptos de paz negativa y positiva. Decidí explicarle a mi suegra que a mi
entender, tal vez era mejor explicarle al niño por qué no debía hacerlo aquello
en lugar de amenazarlo y crearle un miedo al castigado y la amenaza, le propuse
mejor que le explicara el porqué de sus razones de manera infantil, y así el
niño conoce más los motivos, gustos, aprende y entiende de forma positiva.
Elvis Tosa
Una situación vivida en este semestre. Cada
mes voy a visitar a mi madre en el campo de San José de la Matas, Santiago, para
ver como se encuentra y visitar algunos amigos. En uno de esos viajes, estando
donde un amigo me encontré un primo un poco ebrio y habló cosa ofensiva de mi
madre. Lo primero que me paso por la cabeza fue de darle un porrazo pero me
frené y le expuse mi amor y orgullo hacia mi madre. Eso no evito que siguiera hablando
mal y con malas palabras, así que hice
algo que un semestre atrás no hubiese hecho jamás: me di media vuelta y me fui,
sabiendo que por la borrachera no iba a poder conversar, ni hablar con razones.
Dentro de mí mismo me dije que no valía
la pena agarrarme a los golpes con él y luego me acordé que la profesora de Desarrollo de la Cultura de la Paz nos
propone en clase: buscar formas de resolver los conflictos del momento sin
llegar a la violencia. Si esta situación
hubiese ocurrido en algunos de los semestres anteriores, estoy seguro que el
desenlace de esta situación hubiese sido otro.
Rayna Nuñez
Luego de conocer en esta materia varios conceptos,
actitudes favorecedoras de paz y la Carta de la Paz, he tenido más presente lo
que conlleva un proceso en desarrollo donde el ser humano debe trabajar y
esforzarse por la paz aunque sean en pequeñas acciones. Después de haber analizado el tema de lo resentimiento
histórico, de cómo son estos incompatible con la convivencia en paz, la
solidaridad, la armonía grupal, he logrado abrir mi mente y entender que sí son absurdos los resentimientos
de los dominicanos en relación a los haitianos. Yo también los tenía, sin darme
cuenta tenía prejuicios; por la calle ni les dirigía la palabra y con sólo unas miradas
ya los distinguía para mal verlos.
Después de haber estudiado ese tema en clase,
reflexioné y me dije a mí misma que, por qué debía caerme mal una persona de
color o haitiana, sin ni siquiera conocerla y sin tampoco haberme hecho nada; me pregunté de dónde
me venía ese enojo y ese rechazo. Deduje que no tenía razones para actuar así. También pensé en mi comportamiento con unos
vecinos que tengo dominicanos pero que por su color y contextura física parecen
de nacionalidad haitiana, a los niños lo vi crecer y compartimos varios
momentos juntos, pero he estado prejuiciada hacia ellos. Caí en la cuenta que,
igualmente, tenía recelos cuando en ocasiones, no les había dejado jugar sin ninguna
razón.
Tuve el atrevimiento de acercarme
a esos niños que ahora ya son jovencitos y discúlpame por si en alguna ocasión
pasada les había hecho sentirse mal con actitudes. Así mismo, les pedí disculpas
también por mi hermana que los rechazaba hasta el punto de no querer que se le
acercaran, ni la tocaran. Se quedaron extrañados, y la joven hermana me dijo:
“-En realidad sí que nos sentíamos mal cuando nos tratan como inferiores, pero
a tí y a tu familia, nosotros los veos como parte de la nuestra”. Este mensaje lo
transmití a mi hermana expresándole que ellos no tienen la culpa de nada de lo
que había pasado en la historia entre nuestros pueblos en ese tiempo en que ni
ellos ni nosotros existíamos, y que son unas personas iguales que nosotras, especialmente
en dignidad.
De esta materia me ha quedado mucho para aplicar a mi vida, de ahora
en adelante.
Una experiencia que tuve recientemente mientras andaba con mi hermano en su vehículo, un señor en un rebase que hizo -imagínense como son los chóferes en este país-; el señor que me adelantó por el lado derecho que uno sabe que no está permitido Al hacerlo el señor me chocó, despegándose un retrovisor al carro. Yo reduje la velocidad, pero al ver que el señor no hizo intento de parar, le seguí atrás e hicimos una mini-persecución. Cuando entrabamos a la ciudad el tráfico era más espeso y no tuvimos más remedio que detenernos. De la rabia que tenía, salí del vehículo con lo primero que agarré, un tubo de hierro que tenía dentro del vehículo. El señor aún seguía dentro de su vehículo, yo me iba acercando con mi rabia y sin escuchar a nadie, sólo escuchaba la voz de mi hermana, algo lejos gritando. Me acerqué con la mala intención de, también romperle el retrovisor a su carro, pero algo interno me freno y me dijo: ‘- Si lo haces, ¿qué sacas con eso? Si lo rompes, ¿qué vas a remediar con eso?’ Me acordé que no es útil ni positivo contribuir a los conflictos con más violencia, pero pasó tan rápido que iba a reaccionar con violencia. Logré frenarme y, luego agradecí haber tomado esta materia.
Cuando el señor se dio cuenta que le iba
a atacar, se desmontó del carro pues andaba con la familia. Me dijo que lo
disculpara y que la razón por la que me adelantó por la derecha, de esta mala
forma era porque estaba discutiendo con la esposa y se distrajo. Me dio un dinero para que arreglara el
retrovisor e incluso su tarjeta de negocios por si algún día necesitaba de su
ayuda.
Ahora cada vez que me veo envuelta en
cualquier dificultad, pienso primero si quiero agravar las cosas o mejorarlas
y, así me pongo a buscar la mejor alternativa para resolver de otra manera, más
sobresaliente y favorable para todos.
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