Dirigido a todos los hombres y mujeres de buena voluntad
Amigos
y amigas:
Ante la gran espiral de violencia que vemos aumentar
día a día en nuestro país, hoy día Internacional de la Paz, damos la bienvenida
a todos los que desean colaborar en la
construcción de una cultura de paz, estable, sólida y duradera.
¿Qué implica y qué supone desear la paz como persona,
como padre o madre de familia, como empresario, como ciudadano, como maestro,
como líder o político? Es tarea de todos y todas reflexionarlo y ser
conscientes de hasta dónde estamos dispuestos a contribuir para logarlo.
La Comisión Interinstitucional Educando para la Paz (CIEPAZ) quiere decir, ¡Basta! ¡Ya tenemos suficientes muertes, violencias físicas, maltratos y violencias psicológicas…! ¡Basta de tanta violencia cultural arraigada en nosotros/as y de las diversas manifestaciones de injusticias que muestran nuestro egoísmo, maldad y salvajismos, opacando la belleza del ser humano! ¡No queremos un país de sangre, miedo, desigualdades, amenazas, atropellos; no queremos malvivir con el monstruo de la violencia, ni la corrupción! ¡Queremos una República Dominicana en la que convivan de manera armoniosa, plural y pacíficamente, hombres, mujeres, niños/as, jóvenes y envejecientes. Todo el que viva aquí!
Para
lograr este deseo, es hora de despertar en nosotros la conciencia de ciudadanos
y ciudadanas: ¿acaso no somos personas para comportarnos como tal y desear el
bien? Tenemos un papel transcendente en la construcción de una sociedad con
mayores cuotas de paz, justicia y solidaridad, rechazando, a la vez, la
violencia en todas sus manifestaciones.
Cada
uno de nosotros podemos preguntarnos, tanto a nivel personal como grupal: ¿hasta qué punto deseamos la paz y qué paz
deseamos? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar, trabajar, comprometernos
para lograr una paz sólida y duradera? ¿Qué estoy dispuesto a ofrecer por la
construcción de la paz en mí, en mi hogar, en mi alrededor, en mi barrio, en mi
trabajo?
La
cultura de la paz necesita de un clima favorable; requiere cultivar,
acrecentar, cuidar y ayudar a crecer la paz en nosotros y con nosotros mismos,
la paz entre las personas, los colectivos y las comunidades… Muchas veces,
cuando hablamos de paz, la entendemos como mera ausencia de guerra pero esta no
es la paz que buscamos. La paz que
queremos es positiva, firme, para todos; la entendemos como el conjunto de
condiciones que hacen posible la realización y el desarrollo de todas las
personas, los grupos y los pueblos desde lo que son. Es decir, una de las primeras tareas para
trabajar por la paz es conocernos, aceptarnos como diferentes, aprender a
observarnos y manejar nuestras emociones; como si preparásemos una tierra antes
de sembrarla.
¿Y
cómo se hace esto? La paz no viene por
arte de magia, sino que precisa de los esfuerzos y las aportaciones por parte
de todos/as; también los esfuerzos unificados con voluntad de construirla. Y cada uno puede pensar: ¿qué cambiar de mis
actitudes y comportamientos; qué ideas no me ayudan a respetar y a convivir
fraternalmente con otros/as? ¿Cómo re-acciono frente a las dificultades: con
violencia, agresividad y amenazas, o con serenidad, actitud de comprensión,
escucha y, sobre todo, pienso antes de actuar?
Vivir en un clima más sano, armónico y en paz conmigo mismo, con mi
familia, con los que me rodean, con otros grupos y estamentos sociales exige
que todos pongamos de nuestra parte y empezar pronto, uno mismo, sin esperar
que el otro cambie primero.
Es
cierto que no se nos ha enseñado a resolver los conflictos sin violencia, pero
aprendamos con diligencia y prontitud: empecemos a cambiar hábitos que nos
disminuyen como seres humanos. Seamos creativos, tratemos de resolver los
conflictos y las situaciones problemáticas con otros métodos que no sean la
violencia, evitemos los peligros y las rencillas.
Les
invitamos a que nadie quede excusado en el trabajar por la paz… Este es un
anhelo de los que tenemos fe en las personas y en su capacidad de transformarnos
para transformar el mundo, puesto que lograr una paz estable y digna requiere
la aportación, no sólo de los responsables y gobernantes, sino de todas las
personas. Y se nos pide abrir los ojos, ser cuidadoso y estar alerta;
rectificar siempre, empezar de nuevo, superarse, congeniar… Darse cuenta del
mal que realizamos, tanto a nivel personal como comunitario, y en todos los
niveles de la vida y de la sociedad. Ser conscientes de ello nos hace más
humildes y nos previene de actitudes prepotentes.
Desde siempre se ha trabajado por la paz, sin embargo
en cada época surgen nuevos obstáculos que nos acosan y debemos tratar de
erradicar partiendo de sus raíces. La tarea que nos proponemos: construir una
República Dominicana más habitable, humana, pacífica y justa, tendrá bastantes
obstáculos. Algunos serán por causas internas o personal (egoísmos,
injusticias, comodidades, miedos, frivolidades, venganzas…); otros obstáculos manifestados
como síntomas (violencias de todo tipo, pobreza, marginación, irrespeto,
vulnerabilidad de la dignidad humana, corrupción,…). Somos conscientes que les
invitamos a un gran desafío: un reto difícil, lento, complejo y, a la vez,
entusiasmante pues es un trabajo de cambios y transformaciones en todos los
niveles de la persona y de las estructuras que conformamos. ¿Aceptas la
invitación?
Cada vez requerimos más personas dispuestas a cambiar
sus actitudes violentas e injustas, por gestos de perdón y reconciliación, por
aprendizajes que nos ayuden a conocernos y re-educarnos.
¿A qué estás dispuesto como padre o madre de familia,
como profesional de los medios, de la salud, de la educación, de la empresa,
del arte y la cultura; como político, administrativo, militar, obrero, policía
o emigrante…?
¿Quieres dar algo de ti para construir la paz?
¡Bienvenidos a la tarea de contribuir a la paz, a la
cultura de la paz que tanto anhelamos y que como seres humanos nos merecemos!
Santo Domingo, 21 de septiembre, 2012
Declaración de CIEPAZ
Declaración de CIEPAZ
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