Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Enero-Abril, 2014
COMENTARIO Y
TESTIMONIO DE UNA ALUMNA
"Al
tomar en la Universidad la materia electiva Desarrollo
de la Cultura de la Paz no sabía qué esperar de la materia pero bien rápido
comprendí que la paz es un trabajo de todos. El primer día se nos preguntó: ¿qué
entiendes por paz? En ese momento tenía una idea ambigua y no muy
clara del concepto, aunque comprendía la palabra no es lo mismo que tener una
definición del término. Lo definí como un estado de tranquilidad y armonía
tanto para uno mismo como para con los demás y la naturaleza. Aunque bien puede
ser un sentimiento, considero que no es sólo un sentir -que podría ser pasajero
o momentáneo-. Quien está en paz la irradia y la emana hacia los demás, ésta no
es sólo para sí mismo. Luego entendí que el término paz es tan rico y amplio
que engloba un sinnúmero de definiciones pero todas se relacionan y significan algo
de la vida y nos llevan a la búsqueda de un bienestar para todos.
Y
la paz, también son muchas de las cosas que hago día a día. Pertenezco a una
fundación llamada TECHO y hasta este semestre, a través de esta clases, no logré
entender que no es solo una labor social sino que también estoy haciendo lo que
se comenta en el libro de Comentarios
a la Carta de la Paz, dirigida a la ONU: aportando algo de paz a la
sociedad, construyendo en favor de la justicia y la igualdad, sin mirar a quien,
y con apertura hacia la amistad y la solidaridad. Pude comprender que hay grados
de paz, no es lo mismo la paz positiva que la negativa. Aprendí que la ausencia
de guerra y de violencia no es más que un mínimo de mínimos, es una paz
negativa.
De todos los puntos que aborda
la Carta de la Paz me siento identificada con el punto V y el IX, pero relataré
una experiencia que va relacionado con el IX que dice en su primer aparte:
"Los progenitores son responsables de haber dado la existencia a otros
seres. Por tanto, con la colaboración solidaria de la sociedad, tienen que
propiciar, hasta la muerte de sus hijos (en especial los discapacitados
psíquicos o los de voluntad débil), los medios y apoyos suficientes
-principalmente dejarles en herencia un mundo más en paz- para que éstos
desarrollen su vida con dignidad humana, ya que no han pedido existir.” Pues sucede que una de mis mejores amigas
acaba de tener un bebe y puedo confesar que esta materia me ha hecho cambiar
totalmente mi percepción ante la paternidad/maternidad, y mi manera de apreciar
la vida de este recién nacido. Claro que me he relacionado con otros bebés anteriormente,
pero no es lo mismo cuando entiendes que el ser padre/madre no es sólo un título.
Recuerdo el vídeo que se nos presentó en
clases donde los niños copiaban las acciones que hacían sus padres y aunque lo
entendí, tome más consciencia cuando un día fui a visitar a Adam Nickolas (así
se llama el niñito recién nacido de mi amiga) y jugando con él me percate que copiaba
la acción de mover los deditos tal cual yo lo estaba haciendo. En ese momento
recordé el vídeo, desde pequeñitos somos mimos a las acciones que nos rodean,
igualmente lo son los chiquitines a nuestro alrededor quienes copiaran nuestras
acciones y palabras. Así mismo nos lo expone la canción de Franco de Vita, No basta que vimos en clase.
Este
punto de la carta y lo aprendido en clase es una lección para mi vida, ya que
algún día quiero, con la ayuda de Dios, tener una familia, mi familia. Mi percepción
de esta intención es, ahora, totalmente diferente a cuando inicié el primer día
de clase en esta materia. Sé que siendo los hijos un regalo, no es fácil traer
a una persona al mundo, que debo tener en cuenta que de nosotros depende que
ellos sean felices, entusiastas de la vida y capaces de generar paz. La vida es
una escuela de aprendizaje y esta comienza en el hogar. No hay mejores maestros
que los mismos padres".
N.B., estudiante de arquitectura
A CONTINUACIÓN, OTRO TESTIMONIO DE UN ESTUDIANTE:
"Son
muchos los cambios que he tenido a partir de los conocimientos que obtuve en
esta materia. Uno de ellos es conocer mejor la historia de mi país y ahora veo
de forma diferente a los hermanos haitianos, que tanto han sufrido por nuestra
culpa.
Una
de las experiencias que no llegué a compartir en la clase es la que estoy
viviendo actualmente con la enfermedad de mi madrastra. A partir de los aprendizajes
de esta materia, he cambiado en cuanto a ciertas actitudes.
Pero
para que se pueda entender un poquito mejor debo explicar el pasado. Cuando yo
tenía 4 años mi papá se separó de mi mamá para poder unirse a la que
actualmente es mi madrastra. Debo admitir que durante años, sentía cierto
resentimiento hacia ella. Pero con el tiempo fui recapacitando y dándome cuenta
de que no debía sentir resentimiento alguno, porque gracias a que las cosas
sucedieron de esa manera, tengo dos hermanos que quiero con el alma. Era
absurdo sentirme así, pero de todos modos, no podía cambiar la historia de mi
familia.
Luego
de que ella se vio afectada por la enfermedad del cáncer el pasado enero, y
sobre todo, luego de que empecé a obtener los conocimientos de esta materia, a
aprender que el resentimiento no nos sirve de nada, me puse a pensar ¿Qué gano
yo con tener este resentimiento hacia ella? No soy quien para juzgarla y mucho
menos para culparla. Las cosas pasaron como tenían que pasar y gracias a eso
hoy tengo una hermana y hermano que quiero con toda el alma. ¿Cómo puedo
menospreciar a la mujer que les dio la vida? También ella ha sido la compañera
de mi padre por más de 15 años, es parte de la familia. Quizás si todavía hoy
tuviera ese resentimiento hacia ella, mi trato fuera diferente ahora que ella
necesita más que nunca de los que están cerca de ella. A lo mejor en otros
tiempos le hubiera dado la espalda. Pero eso sería inhumano de mi parte tanto
como ser humano, así como hijastra. Ella siempre trató de ganarse mi cariño y
el de mi hermana, siempre nos ha tratado de la mejor manera posible. Hace
más de 20 años que vino desde España a vivir a este país y no cuenta con ningún
familiar que le de apoyo. Por eso siento que es mi deber, como persona cercana
a ella, brindarle todo mi apoyo y hacer todo lo que esté a mi alcance. Después
de todo, es la madre de mis hermanos y esposa de mi padre.
Como
conclusión, podemos ver claramente, la paz depende de cada uno de nosotros, de
nuestras acciones diarias. Si miramos a aquéllos que solo hacen el mal y los
tomamos como ejemplo, nunca llegaremos a alcanzar la paz. Es necesario que
repudiemos toda acción negativa y que trabajemos para erradicar los
sentimientos negativos que existen entre los seres humanos para de esa manera poder
edificar la paz".
CC, estudiante de arquitectura. Abril,
2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario